La trazabilidad aplicada a los alimentos significa poder hacer el
seguimiento del camino que han hecho los alimentos desde el origen hasta
el consumidor final. De esta manera, si se detecta un peligro para la
salud del consumidor se podría actuar sin dilación.
Para establecer un sistema de trazabilidad adecuado, toda empresa alimentaria (desde la granja hasta el punto de venta) debe de registrar toda la información siguiente:
Imaginemos una fábrica de pizzas. Esta fábrica debería contar con un sistema documental que le permita realizar la:
- Trazabilidad hacia atrás: De quién se reciben los productos, es decir, la identificación de los proveedores de la harina de trigo con las que se hacen las bases de las pizzas, el queso, el tomate, el jamón, la sal, etc. / Qué se ha recibido exactamente, es decir, qué productos y qué cantidades / Cuándo (la fecha recepción) / Qué se hizo con los productos cuando se recibieron, es decir, dónde se almacenaron y en qué condiciones.
- Trazabilidad de proceso (interna): Cuándo los productos se dividen, cambian, o mezclan / Qué producto se fabrica / A partir de qué se fabrica / Cómo se crea / Cuándo / Identificación del producto.
- Trazabilidad hacia delante: A quién se entrega, es decir, a qué supermercados se entregan las pizzas / Qué se ha vendido, es decir, qué producto y qué cantidades / Cuándo.
Existen diferentes alimentos, como la leche de vaca, el pescado,
el aceite de oliva, etc., que tienen establecidos por la normativa
vigente sus sistemas de trazabilidad.
En siguientes entradas nos centraremos en algunos productos cuyos sistemas de trazabilidad están muy desarrollados: la carne de vacuno, los huevos, la leche cruda o el pescado, por ejemplo.
En siguientes entradas nos centraremos en algunos productos cuyos sistemas de trazabilidad están muy desarrollados: la carne de vacuno, los huevos, la leche cruda o el pescado, por ejemplo.
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