La trazabilidad ha adquirido una gran
relevancia desde la publicación de la normativa comunitaria de higiene
alimentaria. El objetivo de la trazabilidad en los huevos de gallina es poder seguir el rastro del huevo desde su
puesta hasta su venta al consumidor.
Para conseguirlo, en la Unión Europea el huevo
va marcado en la cáscara con un código distintivo de la granja de
producción. En él se indica el sistema de cría de las gallinas y el
país, ciudad y granja de procedencia.
En el envase de los huevos que llegan al
mercado se incluyen otros datos obligatorios, como el centro de
embalaje, la fecha de consumo preferente, el peso, y la explicación del
código impreso en cada huevo por ejemplo.
TRAZABILIDAD: MARCADO Y ETIQUETADO DE LOS HUEVOS
En el caso del huevo la trazabilidad está controlada desde la granja,
ya que en ella se registran los detalles de la producción: origen de
las aves y del pienso, los controles sanitarios realizados y todos los
demás factores importantes a efectos de la seguridad alimentaria.
En el centro de embalaje se registra el origen y destino de cada lote
expedido y se marca en el envase el registro sanitario y otras
informaciones que hacen posible la trazabilidad completa en cualquier
momento.
La información que permite la trazabilidad queda registrada en cada
operador de la cadena, además de en el envase y en el producto final, y
en los documentos que los acompañan durante su recorrido hasta que llega
al consumidor.
En la cáscara del huevo va impreso con tinta aprobada para uso
alimentario el código que identifica la granja de origen e informa a las
autoridades sanitarias y consumidores sobre la forma de cría de la
gallina y el país de producción. A este código, obligatorio en los
huevos frescos, puede añadirse otra información adicional marcada en la
cáscara (fecha de puesta, de consumo preferente o marca comercial, por
ejemplo).
Los huevos que se venden en la Unión Europea deben cumplir los
reglamentos comunitarios sobre su comercialización y las normas
nacionales aplicables. Esta legislación define los criterios de calidad,
peso, frescura, envasado y etiquetado.
A su llegada al centro de clasificación y envasado los huevos son
seleccionados. Se consideran aptos para el consumo humano directo los
huevos frescos, denominados huevos de categoría A, que cumplen varios requisitos.
Los huevos frescos no se lavan ni se limpian por otros procedimientos
antes o después de la clasificación. Tampoco se someten a ningún
tratamiento de conservación ni refrigeración a temperaturas inferiores a
5 °C.
Los huevos frescos destinados para su consumo como huevos de mesa se clasifican en función de su peso en cuatro clases: XL, L, M o S.
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